Mi historia

«Nuestra única conexión con el mundo eran los libros».

Por Curra Chávarri.

I

Soy de esa generación que iba de casa al cole y del cole a casa, y nuestra única conexión con el mundo exterior eran los libros. Leíamos para conocer el mundo y para soñar, y veíamos alguna película a la semana, cuando no tenía dos rombos y siempre en familia.
En aquella época, hablábamos poco de sentimientos. Nos gustase o no, aprendimos a manejarlos incorporándolos, sencillamente, al sentir habitual de la vida como cada uno podía. Supongo que aquello nos fortaleció, pues aprendimos a convivir bastante bien con nosotros mismos: éramos nuestro propio psicólogo, nuestra persona de confianza. Así éramos, como soldados en silencio frente a la batalla de la vida, aferrándonos a nuestro mayor poder, la fortaleza interior en la soledad, y lo vivíamos con total normalidad, o casi…

II

Cuando te caías de la bici —o por patinar a toda velocidad—, llegabas a casa llorando y magullada. Tu padre te decía, cariñoso: «para que aprendas a tener más cuidado la próxima vez». Y, sí, aprendías a tener más cuidado, pero sobre todo a contener, con bastante dignidad, las expresiones de histeria que tanto desentonaban. En nuestra época, dar alaridos era considerado una ordinariez, aunque hoy parece estar bastante de moda. Todo tenía una lección. Aprendíamos de nosotros mismos, de lo vivido en nuestra propia carne y no de las vidas ajenas, a veces ficticias, que vemos en redes sociales. Las heridas se curaban con un chorro de alcohol o agua oxigenada, y el orgullo malherido siempre recibía una dosis infalible de humildad. Todo en el seno de una familia llena de amor. Luego volvías a la bici a toda pastilla.

III

Mi hermana y yo crecimos aprendiendo a valorar la belleza de las cosas sencillas, una belleza auténtica, pues no todo era en blanco y negro. Con nuestro padre descubrimos el cine de Bergman, el jazz, y el deporte. Con nuestra madre, el significado de la palabra respeto y a entender la belleza. Sea lo que fuere que significara eso, para mi la belleza es aquello que consigue conmoverme.
No quiero ponerme nostálgica ni sonar a muy mayor, pero hoy en día se me antoja echar de menos cierto sentido del respeto. Veo, con tristeza, cómo lo opuesto a lo bello inunda todo nuestro mundo; está por todas partes a un solo clic del teléfono. Y lo peor de todo es que esa fealdad también está al alcance de nuestros hijos. Pero esa es otra historia».

IV

«The most effective way to do it is to do it».

—Amelia Earhart1

Emprender en la era de las redes sociales, internet, los reels, y la inteligencia artificial… Para mí, el reto era inmenso, las dificultades innumerables desde el principio y la competencia, abrumadora. Pero aquí estamos, mi hermana y yo, en nuestra incesante búsqueda de la belleza y la excelencia, como lo hemos hecho toda nuestra vida: con estoicismo y con nuestros valores en blanco y negro, enfrentándonos a un mundo nuevo, desconocido y, por qué no, apasionante. Y siempre, sin dejar de soñar ni un solo día, proyectando y compartiendo nuestros valores en los colores más vivos.
Así que sí, Amelia, la mejor manera de hacerlo, es hacerlo. Y por ese mativo nació DeChavarri.
1. Cita de Amelia Earhart, la primera mujer en volar sola y sin escalas a través del Atlántico en 1932.


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